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jueves, 23 de julio de 2009

Asistencia pública de Buenos Aires


La historia de los primeros auxili0s en Buenos Aires
se remonta a la época colonial enl que
ya preocupaba a los gobiernos,
según se comprueba por documentos
de hace más de dos siglos



La historia de los primeros auxilios en Buenos Aires se remonta a la época colonial, en la que ya preocupaba a los gobiernos, según se comprueba por documentos de hace más de dos siglos. Como estos no contaban con elementos suficientes para sostener y dirigir al pequeño hospital llamado “Santa Catalina”, ubicado en la calle México 346, de hombres y único con que contaba la ciudad, fue puesto bajo la dirección de los padres Bethlemitas (orden creada en Guatemala por un misionero canario llamado Pedro de Betancourt, nacido en 1619 y desaparecido en 1667)

El procurador de estos religiosos hacia el año 1770, solicitó al rey le concediera el traslado del hospital a un lugar más amplio y cómodo, que el aumento de la población exigía. Dicho permiso fue concedido por Real Cédula el 26 de mayo de 1795, autorizando trasladar el hospital al “Colegio de la Residencia” (Humberto Primo 378, Residencia de los Padres Jesuitas). Se enumeraba entre las razones principales de la concesión, la mayor amplitud del local que permitía ubicar hasta 200 camas, la solidez de la construcción y, la separación de sus salas, para aislar enfermos contagiosos.

Entre las condiciones que impone el rey, según consta en el manuscrito nro. 5584, rotulado “Providencia de la Junta de Temporalidades” (Biblioteca Nacional), Deberían instalar un Hospital de Primeros Auxilios para atender “a aquellos enfermos de primera sangre y, de otras agudas e instantáneas enfermedades que necesitan prontos auxilios y, no pudieran ser llevados inmediatamente al Hospital General.

Especificaba, además, que esos “hospitalitos”, deberían considerarse provisionales, sin que se transformaran en enfermería permanente, convento ni noviciado; que los enfermos allí atendidos se trasladarían, dentro de los tres días, al Hospital General. En el lugar tampoco se podría mantener iglesia, capilla ni oratorio; serían atendidos por cuatro religiosos provistos de botica, vendas, hilos e instrumenta quirúrgico.

Pasado el tiempo, leemos en la Memoria Municipal de 1876: ““En medio de la suntuosidad y lujo de los edificios públicos que hace gala la ciudad de Buenos Aires, contrasta notablemente la pobreza de sus hospitales, que no son otra cosa que edificios ruinosos e inadecuados, a punto de que se puede, sin exageración, asegurar que no existe en ella uno sólo que reúna las condiciones que la ciencia requiere en los destinados a establecimientos de esta clase”.

Para el lector desprevenido lo anterior suena absolutamente actual, más adelante agrega: “Increíble parece que en el tiempo transcurrido desde octubre de 1872 en que las Honorables Cámaras dictaron una ley votando fondos para la construcción de un gran hospital de hombres, no se haya hecho hasta el presente otra cosa que llamar a concurso para la presentación de planos”.

Recién en 1883, el Doctor José María Ramos Mejía, funda la Asistencia Pública, en dos galpones de madera, que habían usado como lazareto durante la epidemia de cólera en 1867, llamado Lazareto San Roque . A partir de 1914 se llamó Ramos Mejía y en 1927 se lo remodeló aumentando su capacidad.




En 1897, bajo la administración del Dr. Telémaco Susini, se organiza el Servicio Público Permanente, que consta de una Casa Central, ubicada en la calle Esmeralda 665 (Hoy Plaza Roberto Arlt), con seis médicos, seis practicantes mayores y dieciocho menores y; Hospitales Vecinales, con un médico director y dos practicantes internos.

Fue en 1907, bajo la dirección de los Doctores José María Penna y Eduardo Madero, cuando la Asistencia Pública se ordena definitivamente.

En ese momento la ciudad contaba con siete hospitales generales: San Roque, Rawson, Álvarez, Fernández, Pirovano, Tornú, Argerich. Además, ocho Hospitales Vecinales o Casas de Socorro: José María Bosch (en Garay 3232, San Cristóbal); San Carlos (en Río de Janeiro 302, Caballito), Nueva Pompeya (en Caseros 3450, Boedo), Villa Devoto (en Fernández 4410), Santa Lucía (en General hornos 1787, Barracas), Liniers (en Mataderos); San Bernardo (en Malabia 1161, Palermo) y Las Heras (en Arévalo 2161, Palermo).


En el Servicio de auxilio domiciliario o callejero, se ensayó para esa época, la ambulancia automóvil, pero en la práctica fue mejor la tracción a sangre. En primer lugar porque estas máquinas no habían llegado al grado de perfeccionamiento que ofreciera garantías, “Quedando a veces descompuestas en mitad de un primer auxilio, siendo necesario pedir otro a caballo a la Casa Central”. Segundo porque a causa del tránsito la velocidad que desarrollaba un automovil, no era mayor que la que ofrecía la tracción a sangre. Tercero la falta de adoquinado en la mayor parte de las calles barriales, hacía imposible su circulación en los días de lluvia. Y por último, el precio muy elevado de los automóviles.

Una ambulancia con llantas de goma y, tracción a sangre, era sumamente liviana. Con un solo caballo, recorría toda la ciudad en el centro donde las calles tenían afirmado de asfalto o madera y, con dos animales en las parroquias apartadas.

El Dr. Penna proyectó destacar una ambulancia en cada estación de Ferrocarril, esta actuaba como puesto de socorro ambulante y, debía comunicar telefónicamente a la Casa Central su ubicación para ser reemplazadas en caso necesario. Su rol era atender todos los casos de urgencia en las estaciones y sus inmediaciones.

El “tren General de Vehículos” de la Asistencia Pública, estaba a la orden de un jefe que a más de los capataces tenía veinticinco cocheros y cinco caballerizos a su cargo, para servicio exclusivo de la Casa Central. Además contaban con treinta y dos cocheros distribuidos en los hospitales y Casas de Socorro, con un total de setenta y nueve vehículos y ciento veinte caballos.

Esta organización fue a principios de siglo, la que permitió responder a la exigencias de posprimeros auxilios de salud, para los habitantes de un Buenos Aires cada vez más poblado.

El Hospital Muñiz se construyó en madera, para que funcionara como casa de aislamiento de enfermos contagiosos y, también en esa época, años 1887, se inaugura el Hospital Rivadavia, sustituyendo el Hospital de Mujeres.

El Hospital Escuela San Martín, nació en 1870, por una ley nacional que disponía la construcción de un nuevo hospital de hombres, para lo cual se compró el terreno entre las calles Córdoba, Junín, Paraguay y José. E. Uriburu. Se inauguró en 1882 como Hospital de Clínicas, que pasó a ser sostenido por la nación.

En 1886 se fundó el Instituto Pasteur.

La iniciativa privada contribuyó a la salud pública fundando hospitales pertenecientes a distintas colectividades residentes en el país, así surgieron:

El Hospital Francés en 1845, que fue el primero creado en la ciudad por residentes extranjeros.

El Hospital Británico, que primitivamente se llamó Hospital inglés.

El Hospital Italiano se inauguró en 1872. Estaba en la calle Bolivar e Ituzaingó. En 1901 se trasladó a su lugar actual.

Con una donación del Sr. Pedro Bárcena se construyó el Hospital Español en el año 1870.

El Hospital Alemán está en el país desde 1878. 


La atención de la salud pública seguirá preocupando a las autoridades y modificándose a través del tiempo




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© Peña de Historia del Sur. Ana di Cesare, Gerónimo Rombolá, Beatriz Clavenna

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Versión para Internet de los artículos publicados en abril, mayo y junio de 1993
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