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viernes, 21 de mayo de 2010

Avatares de la Pirámide de Mayo

Según la primera idea, sería de madera, papel y tela, pero fue de ladrillos y hueca.
Sobrevino la preocupación por su mantenimiento,
entonces, Rivadavia pensó cambiarla por una fuente.
Estuvo pintada de color rosa y embanderada igualmente de rosa, blanco y amarillo,
salpicados por estrellas plateadas.
Luego de la reja, los faroles a gas y mármoles en su base que le puso
Prilidiano Pueyrredon, parecía llegado el final de sus vicisitudes. No fue así.



La Pirámide el primer monumento que los argentinos erigimos en homenaje de nuestra emancipación; a partir de allí comprendemos el sentido de su existencia y la importancia de su preservación.

En 1811 cuando estaba próxima la celebración del primer aniversario del 25 de Mayo, la Junta de Gobierno, dispuso la construcción de una pirámide. Desde que apareció como proyecto, estuvo plagada de curiosidades, conflictos y enigmas.

La idea era levantarla de manera precaria en bastidores de madera, papel y tela. Juan Antonio Gaspar Hernández (1), su futuro constructor, presentó, en cambio, una propuesta que aceleró los corazones de los hombres de la Junta: erigirla con ladrillo. A pesar del magro presupuesto con el que contaba el estado, la idea se aprobó, iniciándose las obras de la que entonces se conocía como “Columna de la libertad” o “Columna de Mayo”, que debían concluirse en cuarenta y nueve días.
Su costo fue de seis mil pesos.

La Pirámide quedó hueca en su interior, donde un largo palo de madera servía de sostén al globo que la remataba.
Fue terminarla y que comenzaran las preocupaciones para mantenerla en buen estado.
Hacia 1826 se encontró en serio peligro de desaparición. En un proyecto por lo demás tentador Rivadavia propuso reemplazarla por una fuente de bronce, aunando así la faz ornamental con la práctica, ya que hubiera servido para proveer de agua al vecindario.
El color rosado de la Casa de Gobierno responde a una casualidad, no ocurrió lo mismo con el trato dado a la Pirámide. En 1828 se la pintó de rosa para armonizar con la arquería y columnas de la Plaza; y aunque nos resulte extraño, se la engalanaba con banderas rosadas, blancas y amarillas, salpicadas de estrellas plateadas. Afortunadamente para los actuales criterios de buen gusto esa decoración solo duró un año.
El 25 de mayo de 1852 los vecinos reunidos en torno al monumento, asistieron estupefactos al espectáculo proporcionado por los hermanos Jaunet, que la iluminaron con lámparas de gas. Imaginemos el deslumbramiento de aquella gente acostumbrada a la pobre claridad que hasta entonces se obtenía con los faroles alimentados con grasa de potro (2)
La idea de recubrirla con mármol, porque el revoque no duraba, apareció con recurrencia desde 1856, por eso se pidió el asesoramiento de Prilidiano Pueyrredón, eminente arquitecto y urbanista llegado al país dos años antes (3).
El resultado fue el de recubrir con mármol sólo la base; colocarle una reja circundante con cuatro faroles a gas y, construir la estatua de la libertad que aún hoy la corona. Además de agregar alto relieve en sus caras.
Anteriormente se habían colocado en su base cuatro estatuas que se deterioraron rápidamente; entonces surgió la idea de instalar en esos cuatro ángulos las estatuas en mármol de Carrara que habían decorado la terraza del Banco de la Provincia de Buenos Aires. Este agregado originó protestas y críticas ciudadanas hasta 1912, cuando por motivo del traslado fueron retiradas(4)

Es preciso señalar que el primitivo emplazamiento de la Pirámide, no fue el actual. El lugar exácto de su primer emplazamiento, nos lo da el vértice de un ángulo imaginario formado entre la Catedral y la prolongación de la Avenida de Mayo, en ese entonces aún no abierta. También agregamos que la Plaza de Mayo se hallaba dividida a la altura de la calle Reconquista, y su prolongación Defensa, por la Recova vieja constituyendo el sector Oeste la llamada Plaza de la Victoria.
El intendente Torcuato de Alvear en 1883 ordenó la demolición de la Recova Vieja, otorgándole a la Plaza las dimensiones que actualmente le conocemos.
Alvear pensaba remodelarla completamente, por eso en sus planes se encontraba la demolición de la Pirámide, y su reemplazo por otro monumento, ideas que el Consejo Deliberante rechazó. Pero el expediente quedó en carpeta. Por ello en 1887 se volvió sobre la cuestión, disponiéndose en caso de ser aprobado que el “Monumento a la revolución de Mayo” fuera construido en el centro de la Plaza. La propuesta elevada al Congreso Nacional se convirtió en una ley por la cual las provincias se comprometían a participar en los gastos que demandara la obra. Esta ley jamás tuvo sanción popular.
Recién en 1906 la Comisión Nacional de Centenario que tenía a su cargo la preparación de los festejos de 1910, abrió un concurso para dar cumplimiento las disposiciones de esa normativa, ganando el proyecto presentado por el arquetecto Moretti y el escultor Brizzolara que se llamaba “Pro-Patria et libertate”. Se firmó un contrato para la ejecución de las obras que no prosperaron porque el presupuesto de trescientos mil pesos oro sellado, fue insuficiente. Se pensó en la sustitución de materiales para abaratar costos; pero todo fue inútil, cundió el desaliento y terminó por desecharse su construcción.
En 1908, cuando se reunió el jurado, Adolfo Carranza solicitó que la Pirámide se guardara como recuerdo histórico en la cripta del monumento a erigir.

En noviembre de 1912 comenzaron los trabajos para trasladarla al centro de la plaza. La tarea fue dirigida por el francés A. Borrel, que utilizó un sistema ya aplicado en su país y Estados Unidos. 
La pirámide fue encamisada con maderas para su protección. Se colocaron dos rieles a 4 metros de distancia el uno del otro, sustentados en pilares de mampostería que debían soportar el peso de 225 toneladas. Se colocó debajo de la base una plataforma de cemento que descansaba en sólidas ruedas; así el macizo monumento pudo ser puesto en movimiento por solo cuatro hombres, avanzando lentamente los 63,17 metros, hasta quedar ubicada en el lugar exacto. La prensa siguió día tras día sus progresos por lo que el traslado no pasó desapercibido por los porteños de entonces, que se aglomeraban para presenciar aquel recurso de ingeniería jamás visto en estos pagos.

La estatua de la libertad que corona el monumento, obra del escultor francés M. Duburdieu, (Prilidiano Pueyrredón se la había encargado durante las obras de transformación), fue adornada con banderas argentinas y francesas en honor de las nacionalidades de los ingenieros, afectados a las obras.

El 12 de noviembre de 1912 a las 11 de la mañana, ante un público congregado masivamente en la Plaza de Mayo, comenzaron las tareas previas; a los balcones y azoteas aledaños también se los veía repletos de curiosos. La expectativa era intensa pues la opinión general coincidía en que todo terminaría en un derrumbe, pero los detalles técnicos habían sido exactamente calculados y ese primer día, en 30 minutos la Pirámide avanzó 12,8 metros.

Uno solo de los diarios consultados se mostraba en rebeldía con esta obra que mantenía subyugados a los habitantes de de Buenos Aires.
La Tribuna, en su edición de ese 12 de noviembre comentaba:”El mármol nuevo del monumento a la independencia, cubrirá el viejo y uniforme bloque de la Pirámide, mandada retirar por el modernismo de la ciudad cosmopolita, que parece como si se avergonzara ante tan humilde recuerdo de nuestro pasado, que mal figura hace la pequeña pirámide entre la edificación moderna que transforma la ciudad. Pero para los argentinos la humilde y pequeña Pirámide será el motivo de respeto y veneración, aunque ella se encuentre oculta entre la suntuosidad del nuevo monumento”.
Simultáneamente con el traslado apareció un grupo de jóvenes que consideraba no se estaba rindiendo apropiado homenaje a un acto tan solemne. Con la intención de mantener vivo el interés del público y enfatizar el carácter del desplazamiento, se reunieron el 13 de noviembre en el salón de actos de “La prensa” y constituyeron la “Comisión patriótica pro-honor Pirámide de Mayo” que se ocupó de organizar el programa de homenaje del día 20, cuando concluyeron las obras.
En el ínterin los integrantes de la Comisión montaban guardias de honor y atendían a las familias que concurrían a observar los progresos del traslado.
Por otra parte una cuadrilla de peones trabajó infructuosamente en la demolición de los antiguos cimientos de la Pirámide con la esperanza de hallar alguna urna con documentación tal como acostumbraba a hacerse en los actos fundacionales.

El 20 de noviembre de 1912 mucho antes de la hora prevista para el comienzo de la ceremonia, se ubicaron las bandas de música de la policía y de la municipalidad quienes ejecutaron sus mejores interpretaciones amenizando la espera ante un público numeroso, al que se sumaban más de 1000 escolares que habían sido invitados.
A las 14 horas con la presencia de los miembros del Poder Ejecutivo, un representante de la Junta e Historia y Numismática, el Director del museo Histórico y otras personalidades comenzaron los actos. Las bandas interpretaron el Himno Nacional; los niños arrojaron flores sobre la Pirámide. Luego de leer un acta se la guardó en una urna de hierro que también contenía una moneda de oro denominada “argentino”, junto a distintos valores de papel moneda. Finalmente después de cubrirla con una chpa de bronce con la siguiente inscripción: “Traslado de la Pirámide de Mayo a su nueva ubicación. Ley 6282. Presidente de la Nación: Dr. Roque Sáenz Peña, intendente Municipal Dr. Joaquín S. de Anchorena. Noviembre de 1912”. Se la colocó bajo el basamento, guardándose copia del acta en los archivos municipales.
Ahora bien, existe un tema que nos sigue preocupando. Cuando leemos “La tribuna” del 19 de noviembre de ese mismo año: ”La junta de historia y Numismática ha resuelto efectuar averiguaciones con el objeto de comprobar la no existencia de la primitva Pirámide” Era un asunto histórico interesante y de fácil comprobación en aquella situación en que el monumento se hallaba separado de sus cimientos originales. El diario “La Prensa”, sostenía en aquellos días que pese a lo afirmado por documentos y personas eruditas, dentro de la actual Pirámide no se hallaba la de1811. Numerosos ciudadanos observaron en su interior que permitía ver 85 centímetros hacia arriba; nadie observó resto alguno, ni los periodistas, ni tampoco el Dr. Enrique Peña, presidente de la Junta de Historia y numismática, quien dedujo que en 1857, mientras se llevaban a cabo las obras de transformación, alguien destruyó el antiguo obelisco en secreto y sin autorización alguna.

(1) Apodado "El inteligente" ya que en aquellos tiempos se lo consideraba profesor de escultura, arquitectura y adornista. A este peninsular de Valladolid se lo asocia con la decoración e los retables de la iglesia de San ignacio y el tallado de dos púlpitos que aún se conservan en la Catedral. Hacia 1799 fue el primer director de la Escuela de Dibujo creada por la inspiración de Manuel Belgrano. 
(2) Los hermanos jaunet instalaron en 1856 la primera fábrica de gas con el nombre de "Compañía Primitiva de Gas". para iluminar la Pirámide- en una casalindera a la Catedral- instalaron un pequeño gasómetro
(3) Arquitecto, urbanista y pintor. Hijo del General Juan M. de Pueyrredon. nació en Buenos Aires en 1823. Junto a su familia estudió en Francia y España regresando al país en 1854. Como urbanista el gobierno de Pastor Obligado le encargó obras de higierne en 1856 la remodelación de la Plaza de la Victoria; modificó la Pirámide, plantó 300 paraísos y forestó otros lugares de la ciuad. Después de cumplir la tarea encomendada, se dedico a la pintura hasta su muerte en 1870.
(4) Cuando la remodelaciónde la Plaza exige el traslado e la Pirámide a su actual ubicación, lo primero que se retiran son las cuatro estatuas que representan a "la geografía", "la astronomía", "la navegación" y "la mecánica". Fueron a dar a un depósito municipal, encierro del cual en 1972 las rescató definitivamente el arquitecto José María Peña, quien consigue ubicarlas enla plazuela de San Francisco, esquina NE de Alsina y Defensa 
(5) Varios colegios del distrito II habían sido invitados, llamó la atención que sólo se tratara de niñas y que los varones estuvieran ausentes 


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© Peña de Historia del Sur. Ana di Cesare, Gerónimo Rombolá, Beatriz Clavenna
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Versión para Internet de los artículos publicados en octubre, noviembre y diciembre de 1993
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